domingo, 23 de enero de 2011

Una noche de rusos y coche.

Quedamos a las 22.30 en la Hoguera, como siempre. Como siempre, pensaríamos, transcurriría la noche. Un buen rato de Hoguera, bebiendo cerveza y tinto, charlando y riéndonos de todo y nada, una vueltecita por la calle, y a casita. ¡Pues no! Lo que se presentaba como una noche de lo más normal acabó siendo una noche que será recordada por mucho tiempo. Y no es que pasara nada extraordinario. Pero fue increíblemente divertida.
Quizás todo comenzó con la presencia de unas alegres y guapas muchachitas en nuestra mesa de reunión, en la Hoguera. Quizás, su inesperada presencia allí, fue una señal del destino que no supimos interpretar. Por cierto, estáis invitadas a volver cuando queráis.
Cuando ya estábamos suficientemente entonados, ocurrió algo inesperado: hicimos un nuevo amigo. José Manuel "El Ruso", le llaman. Le echo, aproximadamente, 70 años. Nos dio una lección de honestidad y, desde la voz de la experiencia, nos dio varios consejos que, seguro, nos serán útiles. Hoy mismo, Ezequiel y yo nos hemos citado con él para charlar. Después de charlar con él durante, estimo, media hora, salimos a dar una vuelta. Acabamos en los Recres, como de costumbre. Allí nos encontramos a varios amigos y amigas. Y ocurrió algo que cambiaría el transcurrir de la noche: Gabri bebió 5 o 6 cubatas.[Corrijo: Gabri me indica que fueron más de 10]. Gratis. No le busquéis explicación, es Gabri. Obviamente, no robó nada. Y Gabri se puso contento (entiéndase por "contento", un curioso punto de embriaguez). Después de estar allí un rato y haber concertado bodas con varias amigas, decidimos ir a por el coche para dar ua vuelta. De camino, cómo no (si no, la noche no hubiese estado completa), tuvimos un pequeño incidente con la policía. Nos paramos a miccionar (a mear como burros), en un oscuro callejón. De repente, dos linternas me apuntaron a la cara. Los policías nos acusaron de "picar" en las puertas. No habíamos sido nosotros. Así que el policía viejo y bipolar y el policía jóven (con ganas de marcha, el muy cabrón), que guardaba un gran parecido a Arbeloa, se marcharon por donde vinieron.
Llegamos al coche. Primera parada, la gasolinera. Por el camino, Gabri gritaba "pene" con un graciosísimo tono de apatía. Nos hartamos de reir.
Una vez habíamos echado gasolina, nos dirigimos a la Jara, a nuestra playa. Aunque antes, Gabri paró junto al Poli para mear un momento... nos dimos a la fuga. Mientras meaba, cerramos la puerta y Ezekie aceleró. Dimos una vuelta a la manzana y, cuando volvimos, Gabri no se había enfadado por su abandono, sólo estaba preocupado por el gran charco que había dejado. Era descomunal.
Llegamos a nuestra playa. Nos bajamos a contemplar el mar un ratito. Gabri y yo jugamos un poco a correr y hacer el gilipollas. Nos moríamos de frío. Gabri, por tercera vez, meó. Y mientras, nos volvimos a dar a la fuga, esta vez no en coche, sino a pie. Nos escondimos tras unos matorrales, aunque totalmente visibles. Nos estábamos riendo y hablando, preguntándonos dónde estaría Gabri. De repente, a dos metros de nosotros, con la cabeza tan gacha que de milagro su propia rodilla no colisionaba con ella, y dando la sensación de que se daría de bruces contra el suelo en cualquier momento, pasó corriendo hacia adelante. La postura y el hecho de que no se hubiese dado cuenta de que estábamos allí, me hizo estallar de risa. Volvimos al coche. Teníamos que dejar a Antonio en su casa. Eran cerca de las cuatro de la mañana. Por el camino, chillamos, cantamos, y pusimos a todo volumen la cancion de Bob Esponja y la de Doraemon. Cómo nos reímos.
Cuando dejamos a Antonio, Gabri se bajó a mear por cuarta vez. No paraba. Por cierto, esta vez no salimos corriendo.
Luego, cuando pasamos por delante de la Hoguera, Gabri insistió en bajarse a saludar a Manolo, el dueño. No estaba, así que sació su necesidad de relacionarse charlando un buen rato con Elías. Qué desesperación, ¡no paraba!
Seguimos con nuestra vuelta, y nos encontramos con Roberto, Mora y Nuja. Otro buen rato de charla. Por último, dejamos a Gabri en su casa, donde nos ofreció una mandarina. La rechazamos.
Luego, Ezekie me dejó en mi casa y, luego, a Lata en la suya.

PD.1: Mi portón estaba cerrado y tuve que dar porrazos y despertar a toda mi familia para poder entrar.
PD.2: Gabri me llamó a las 5 menos veinte al móvil para comentarme que estaba muy agusto y calentito en su casa. Hablamos un poco, nos deseamos buenas noches y ambos nos fuimos a dormir.


Una gran noche. Sólo espero que El Ruso se presente luego, me gustaría conocerlo de verdad. Ya os contaré.

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