jueves, 23 de diciembre de 2010

Hola, colegas. Hoy, a las 17:00, en el Poli, el "Yuste's Birthday Football". Y luego, me darán el regalo. Sí, esa sorpresa que me tiene acojonado e intrigado. Ya contaré por aqui mis sensaciones. Y, quizás, el domingo, "II Partido por la droga", a ver si podemos organizarlo en condiciones. Nos vemos en el McDonalds!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

22-D, odisea en Sevilla.

Ayer noche disfruté de una agradable velada en el que era mi piso hasta hace unas semanas. Estoy tratando de ser fino... En realidad fue una guarrada: marisco en cantidades sobrehumanas (del Alcampo, marca "manita"), varios cartones de tintos (marca "manita", por supuesto), sidra (la misma marca, embotellada en botellas de cerveza), carne... Una burrada. Aun no habíamos acabado todo el marisco y ya estábamos a reventar, y todavía quedaba por hacer la carne. Además, cuando llegó la carne, la sidra y el tinto ya habían producido sus efectos entre los allí presentes. Y tanto que los había producido. Por lo que no la disfrutamos demasiado.
Me acosté sobre las 4 menos algo, no sin antes realizar la llamada etílica oportuna (lo siento, Amanda), y preguntar cosas estúpidas como "qué tal estás". Muy divertido.
Me desperté a las 10 y media, durmiendo totalmente descubierto y sobre la colcha (la cama no estaba deshecha, siquiera), con la boca abierta a más no poder, y más saliva que su puta madre. Tenía pensado coger el autobús de las 1 de la tarde, así que me daba miedo volver a dormirme y despertarme a las 2 o a las 3 y perderlo el bus (hoy, 23, todos los estudiantes vuelven a casa por Navidad). Así que me desperté, completamente fresco, aunque algo mareado. Aun estaba borracho, lo peor vendría después. Sólo estaba despierto Roberto, el resto de la casa dormía (Guille, Mora y Miriam se habían largado, no sé a qué hora), así que cogí El Resplandor y me puse a leer un rato, sentado en la cama. Estoy viciado. Cuando se despertó mi hermano, quedaba poco menos de 30 minutos para que llegasen las 12.10, hora a la que tenía que irme para llegar a tiempo a la estación para comprar el billete y coger el autobús sin problemas y tranquilamente. Ahí empezó la odisea. Miré por la ventana y vi algo brutal: una lluvia, no abundante, sino infernal, mortal. Su puta madre. Nunca había visto llover tanto. Además, hacia viento. No sé si lo sabréis, pero Sevilla (y supongo que todas las grandes ciudades) es un caos los días de lluvia, el tráfico se pone fatal, la gente histérica... No había dejado de llover en toda la noche, por lo que había mucho agua acumulada en los pasos de peatones y demás. Llegó la hora de marcharme. Empezó a entrarme un pequeño dolor de cabeza seguido de esas nauseas tan características de la resaca. Me puse el abrigo (que me salvó de morir de hipotermia), y cogí la supermaleta de más de 20 kilos. Sabía que me esperaba un viaje movidito.
Al primer problema al que me tuve que enfrentar nada más salir a la calle, era que ¡no tenía bonobús! Se había acabado el día anterior y tenía que pagar 1,20 eurazos en efectivo. Tenía un billete de 5, así que, lloviendo como nunca había visto en mi vida, tuve que esperar a que se pusiese en verde el semáforo, cruzar la calle, entrar en el chino y comprar un paquete de chicles para que me diese la vuelta. Así fue. Sólo llevaba 5 minutos en la calle y estaba empapado, totalmente. Cuando crucé la avenida Kansas City y llegué a la parada, putadón: tenía que sacar dinero, se me había olvidado. Sin dinero, no hay billete. Era crucial. Así que tuve que volver a cruzar la avenida, con su correspondiente espera en el semáforo, y llegar hasta el cajero que está al lado del chino. Ahí me ocurrió algo casi surrealista. Cuando llegué, vi a dos hombres con paraguas, junto al cajero, pero sin utilizarlo. Le dije a uno de ellos "¿va a sacar usted", a lo que me contestó "que va, están arreglándolo, está averiado". Se me cayó el mundo encima, debía ser mas de y 20 y aun estaba abajo de mi piso, el cajero no funcionaba y estaba pasándolo realmente mal con la lluvia, el viento, el frío, la maleta de más de 20 kilos y la resaca. Debió verme la cara, "va a tardar solo un poco, me han dicho", me comentó uno de los señores. Así que decidí esperar, y se lo dije. Aquí viene lo bueno, "hijo, mientras tanto, ponte bajo mi paraguas, que si no...". Y yo, por apuro, más que nada, lo hice. Y me ven a mi, a menos de 10 centimetros de una persona que no conocía, los dos frente a frente, bajo el paraguas de un señor. Nunca pasé tanta vergüenza en mi vida. Decidí poner fin a eso, "pensándolo mejor, debo llegar ya a la estación, pero muchísimas gracias". El viejo se limitó a hacerme un gesto con la mano. Duró poco mio estancia bajo su pequeño paraguas, pero hacía tiempo que no pasaba tanta vergüenza, realmente la imágen era ridícula y patética. Así que ahí estaba yo, encaminandome hacia la parada, de nuevo, siendo más de y media, con la lluvia, el frío, el viento, la maleta y la resaca, sin haber sacado el dinero para el billete. Se me iluminó la cara cuando recordé que, en la estación, hay otro cajero. Tardó en llegar el autobús 5 minutos. 10 minutos en llegar al Prado. El viaje en Tussam, nada del otro mundo, de pie, claro está, en la zona para carritos de bebé, sujetando la maleta, muerto de frío. Muy cachondo, muy divertido. Como tambien lo fue el camino desde la parada del 28 hasta la estación, en la que me mojé, si cabe, aun más. ¡Oh sí, nena, que guay! Estaba realmente cabreado, mucho.
Pero la cosa no acabó ahí. Cuando llegué al cajero de la estación, habia una chica utilizándolo. Una amiga suya estaba junto a ella. Eran superpijas, de estas que cuando hablan, parece que están parodiando ese tipo de voz. Mortal. Pues bueno, yo allí, nervioso porque iba a perder el autobús y no tenia batería en el móvil para avisar a mis padres de que llegaría mas tarde, tuve que aguantar el exámen al que fui sometido: la amiga superpija, disimuladamente, me rodeó y me miró de arriba abajo. Seguramente no debió gustarle mis pintas. Lo que me mató realmente, fue lo que ocurrió justo después. "Joder, tía, osea, no jodas que no furula". Efectivamente, sé que parece demasiada casualidad, pero así fue: el cajero no funcionaba. Fuera, había otro, pero tenía que darme MUCHÍSIMA prisa para llegar a tiempo para coger el autobús. Salí, me mojé otro poquito más, que nunca está mal, esperé a que la superpija sacase dinero, y lo hice yo, acto seguido. Bien, en 5 minutos saldría el autobús, ya tenía el dinero, ahora, sólo tenía que ir a taquilla a comprarlo y a correr un poco. Señoras y señores, esto no acaba aquí. Cuando fui a taquilla, había una cola enorme. Resulta que ¡la máquina expendedora de tickets no funcionaba! ¡POR DIOS! QUE PUTADA. No podía creérmelo, ya me veía allí esperando una hora, sentado. A los cinco minutos, la arreglaron, y de milagro pude coger el autobús, porque el chófer fue amable y paró, cuando ya estaba subiendo, para que yo guardase mi maleta y subiese. En fin, vaya mañanita, cojones.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Surprise!

Como todos sabéis, ayer, 19 de Diciembre, fue mi cumpleaños. 18 añitos. Lo celebré, con mis amigos, el sábado. Haciendo lo que hacemos siempre, pero a lo grande. Es decir, yendo a la hoguera y bebiendo. Pero... a lo grande. Qué buen rato echamos con la botella de tequila, los cuatro chupitos y medio que nos metimos entre pecho y espalda cada uno. Y luego, con el alcohol en vena, cariñosos y extremadamente sinceros, jurándonos amor eterno. Eso sí, ninguno mentía.


La cosa es que, como regalo, me han preparado una ¡ultramegachupiguay sorprendente sorpresa! No, en serio. Y tengo miedo. A mis espaldas (Gabri domina el arte del "eventeo tuentiniano" como nadie), quedaron un día y cada uno puso una cantidad de dinero que desconozco. Y con la suma de todo ese dinero, me han pedido algo que, por cierto, ya está en casa de Lata. Aprovecho para agradecerte, Lata, todo esto. Sé que fuiste el precursor de la idea. Y gracias a todos, por supuesto. El jueves, en el partido, me darán ese regalo que, según dicen, me encantará. Y no creo que se equivoquen, me conocen ya de puta madre. Os mantendré informados ;)

(¿A quién? Si la mayoría de los que leen mi blog son mis amigos que conocen cual es la sorpresa. Alguien habrá ajeno a nuestra pandilla. Como tú. Sí, tú, sabes que me refiero a ti. Un besito, aunque no lo quieras)

Nuevo "Mentes en vuelo"

Hola, chic@s. Tras una semana de caos en el blog, vuelve Mentes en vuelo, con un nuevo diseño. Como podéis ver, es mucho más simple. Incluso algunos opinaréis que más feo. Pero es un diseño mucho más personal, con nuestro querido pozo de Pequeña California en la cabecera, y un color más alegre. Y los avioncitos de papel por ahí, esparcidos. Pues eso, queda reinaugurada Mentes en Vuelo.

martes, 14 de diciembre de 2010

Enrique Morente

La verdad, apenas he escuchado a Morente, pero tengo entendido que fusionaba estilos, como Camarón. Y todo el que experimente con música, merece mi admiración y respeto. Así que aquí va mi particular homenaje hacia este figura. Voy a dejaros una canción de él.


Por cierto, a todo aquél que se tomó a coña mi entrada en el Tuenti de Camarón, decirle que no entiende de música. Que no, hombre, que es broma. Lo que pasa es que, si alguien habla de Camarón, nos imaginamos a un cani con un tatuaje en el brazo y flamenquito. FALSO. Me encanta Camarón, y no me averguenzo de decirlo. Y eso que no es, para nada, mi estilo de música. Pero me encanta muchas de sus canciones, en las que fusiona el flamenco con el jazz, el soul. Sencillamente brillante. Era un genio de la música, no un gitano de pocamonta. Liberáos de los prejuicios que tengáis contra el mundo del flamenco. Os dejo la canción que tanta polémica suscitó (un simple comentario en La Hoguera).



Decidme si eso no es una obra de arte. Musicalmente increible, y luego, la letra... Bueno, es Lorca, no hace falta comentar más.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Mojito Moreno

No voy a escribir una entrada demasiado ñoña. Ni llena de metáforas ni estilismos estúpidos. Simplemente voy soltar algo que necesito hacerlo desde hace mucho tiempo. Mojito moreno ;)
Es bastante simple: me he dado cuenta de que no he tomado mejor decisión en mi vida, que la de compartir ésta con ciertas personas con las que ahora comparto salidas, fútbol, aventuras... y sentimientos. Antes (hablo de hace meses), salir a la calle los sábados era algo tedioso, no me apetecía para nada, prefería quedarme en casa. Y a mis amigos les ocurría lo mismo. Y es que sólo salíamos Galán, Elías, Ale, Hilario y, cuando no estaba con su novia, Ezekie. Ibamos a la Hoguera, nos poníamos hasta el culo de todo, acabábamos lamentándonos de nuestras vidas y para casa a las 1. Muy triste.
Pero, de repente, en verano, apareció, como por arte de magia, una persona a la que ya estuve muy unido hace más de 7 años, y con la que, ahora, lo estoy aun más: Gabri. O Almengló, como prefiráis (para mí es Gabri, desde luego :P). Y con él, vinieron otros antiguos amigos, que ahora son hermanos: Ismael, Carlos, Lata (no le conocía de pequeño como al resto, pero ha sido una grandísimo descubrimiento; el otro día lo comentaba con Galán. Qué grande es), Pablo Ariza (un crack donde los haya, muy amigo de sus amigos y superdivertido), Pablo Robles, Luis...
Es extraño que, en una pandilla, todo el mundo se lleve bien y haya una completa armonía y buen rollo en TODO momento. Pues en esta, la hay. Me siento tan cómodo entre todas estas personas, sin excepción alguna, que aun no me lo creo. Además, nos complementamos perfectamente, Gabri con su sociabilidad, algunos con nuestras locuras, otros con sus gracias... En fin, no se puede expresar con palabras lo que siento. Simplemente daros las gracias. Si estamos tan unidos y sólo han pasado unos meses, por algo será, ¿no?
Espero que esto sólo sea el comienzo de una gran aventura que viviremos juntos. Sus kiero xulos.

PD.: Amandita, no me olvido de ti, que a veces vienes y nos regalas un poquito de tu alegría a todos =)


Ale, Amanda, Antonio, Blanca, Carlos, Elías, Ezekie, Gabri, Galán, Gema, Hilario, Ismael, Iván, Jesús, Lata, Luis, Pablo Ariza, Pablo Robles, Yuste (alfabeticamente ordenado. Mil disculpas si se me olvida alquien).
















jueves, 9 de diciembre de 2010

Antonietes OK

Ya era hora de tener en este, nuestro blog, una entrada dedicada al mejor equipo de fútbol de todos los tiempos (no lo digo yo, lo dice la FIFA :P).
Antonietes OK, calidad, casta, corazón, coraje, fuerza. Perfecto equilibrio entre trabajo y talento, fuerza y clase. Un aplauso para ellos!



www.antonietesok.blogspot.com
Siento todo este tiempo en el que no he escrito absolutamente nada.
Tranquilos, no ha ocurrido nada demasiado interesante. Lo que más, la I Ruta del Mosto, la II (ambas míticas), que tuvieron finales diversos, algunos acabaron escupiéndole a nuestro amigo ROCA, otros viendo el fútbol con su respectivo padre (como yo)... La segunda, algo más floja, pero igualmente divertida: probamos nuevas tapas y pisamos nuevos bares. Ahora, somos adictos al mosto.
Pues eso, trataré de escribir con más regularidad en el blog. Desde luego, ahora tengo muchísimo tiempo libre. Todo, de hecho.
Os dejo con una canción que estoy escuchando en este preciso instante. Un saludo!

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Este próximo Sábado, mis amigos y yo vamos a realizar la III Ruta del Mosto, en Sanlúcar. Que no es otra cosa que ir de bar en bar bebiendo y comiendo como cerdos. A ver cómo acabamos. Posiblemente, sea en una cuneta. Ya os contaré.


martes, 9 de noviembre de 2010

Surgió el amor.

Nos conocimos ayer. Fue un flechazo. Sí, es Kristen Stewart. Y sí, estamos juntos.

Las churrerías deberían abrir por la tarde.

En realidad, nada tiene que ver la entrada con churros.
El caso es que, a mí y a mi hermano se nos antojó, hace un rato, comer churros. Fue como una iluminación, se nos vino de repente. Yo ya había sacado el puré de patatas para prepararlo (es lo único comestible que me queda), cuando se nos ocurrió. Así que, ilusionado y con la boca hecha agua, bajé corriendo para ir a la churrería que hay a dos pasos de mi casa. Como es normal, estaba cerrada. Pues que sepa el dueño que, por la tontería de no abrir por la tarde, ¡acaba de perder dinero!
Lo guay de la historia es que, a la vuelta, un viejo me ha llamado gritando, ha corrido hacia mí y hemos mantenido una conversación:

-¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh!¡Chico, chico!

(Por cierto, el viejo estaba como una cuba).

-¿Sí?

-¿Dónde vas?

-A mi piso, es este de aquí.

-Ah.

-¿Y usted?

-¿Yo? Yo... eh, em... ¿Yo? A aparcar el coche. ¿Y tú?

-Eh... a mi piso.

Acto seguido, me ha ofrecido un cigarro. Tenía mucho hambre y mi hermano me esperaba ansioso arriba, así que le dije "gracias, pero otro día". Me dijo que vivía aquí, justo en el bloque que esta junto al mío, y le prometí que pronto nos veremos otra vez y que charlaremos si le apetece.
¡Pero qué agradables son los viejos cuando estan pasados de copas!

La noche del Miedo.

No, no hablo de ese programa especial que hace poco realizó Iker Jimenez en su conocido programa radiofónico "Milenio 3". Hablo de una noche que vivimos mis amigos y yo. Una noche escalofriante. Hace ya más de un año que ocurrió esto, por lo que no me acuerdo de todo, pero trataré de relataroslo lo más detalladamente posible.
Resulta que, desde hace un par de años, hemos cogido la costumbre o tradición de realizar una queimada durante la noche de Halloween. Para el que no lo sepa, la queimada es una especie de ritual, cuyo fin es protegerse de los fantasmas y todo lo sobrenatural, en resumen. El ritual consiste en preparar un brebaje, hecho de aguardiente, azúcar, granos de café, cortezas de limón y de naranja. Luego, se quema el alcohol, una vez esté mezclado todo y, mientras arde, se recita, en voz alta y todos al unísono, el conjuro. Es bastante divertido. Resulta que, se supone, si se hace fal el ritual, la Santa Compaña, esa procesión de muertos que vaga por los bosques de Galicia en busca de una nueva víctima, aparece allí donde estés haciéndolo para "saludarte".
Bien es sabido que, mis amigos y yo, no somos demasiado creyentes (somos unos ateos blasfemos), y somos escépticos. Esa noche, estoy seguro, todos nos replanteamos nuestra creencia religiosa aunque sólo fuese por unos minutos.
Llegamos al campo de Elías, situado en medio de la nada, alejado de la ciudad, con unos bocadillos comprados en una tienda, unas patatas fritas y unas bebidas. Íbamos en plan cachondeo, es decir, nuestra intención era pasar un buen rato allí, riéndonos y charlando, alejados de toda la basura de la ciudad. Primero, comimos. Allí, no hay electricidad, no hay luz. Lo único que había era una lámpara de gas, pero que hacía el avío. Comimos tranquilamente, a la tibia luz del gas, charlando, riéndonos, seguramente criticando, imitando a personajes televisivos y bailando danzas extrañas. Azí zemo. Cuando terminamos de comer, nos pusimos manos a la obra.
Retiramos todos los objetos que había en aquella pequeña casa. Para que podáis imaginarla correctamente, os diré que era un simple cuarto, típico de campo, con una pequeña cocina, un sofá, y una zona donde se acumulaba cantidad de objetos. Con sal, en el suelo, realizamos un círculo, lo suficientemente grande como para poder caber los tres en su interior. La sal, supuestamente, es protectora, ya que simboliza la pureza. Realizamos el conjuro correctamente, con sólo una incidencia: Ezequiel vomitó.
...
...
...
No, en serio. Vomitó, decía que le daba asco el exquisito brebaje que habíamos preparado (era vomitivo). Después, contamos nuestras penas, arrepentimientos y demás, que es la segunda y última parte del ritual que hay que llevar a cabo. Se dejaron caer ahi estudios, exnovias varias, familia... Acto seguido, los cuatro, nos fuimos al sofá que había en el cuarto. Y ahí comenzó todo.
No os voy a contar todo el que pasó extensamente, es más, lo voy a redactar de una manera mas esquematizada, así es más fácil de leer -y así acabo antes, que ya me he cansado de escribir- y no os aburrís:

- Os juro por mis perras, que todos los presentes veíamos como las dimensiones de la habitación, en la oscuridad de la noche, iba cambiando. La ventana, a medida que avanzaba la noche, se encontraba más a la derecha, una piragua que se encontraba arriba de nuestras cabezas, correctamente sujeta, se hacía más y más larga. Esto no es ninguna mentira, y seguramente sería fruto de la sugestión, la oscuridad y el alcohol. Pero ocurrió.

- La expresión de terror más brutal que he visto en mi vida. Elías, sentado a mi izquierda, asegura que vio pasar una figura encapuchada por la ventana que se encontraba a mi derecha. Yo, mirando en ese momento hacia Ezequiel, vi la cara que, de repente, puso Elías. Os aseguro, que estaba blanco, y con una expresión imposible de explicar. De hecho, era tan real, que pensé que había visto algo malo de verdad, yo ya me veía bajo tierra, se me heló la sangre, los bellos de punta, incluso me mareé. Agité a Elías un par de veces, mire hacia la ventana y le grité. Finalmente, volvió en sí y me explicó lo que había visto.

- Un agudo chillido nos mantuvo en silencio 10 segundos. Es lo más extraño que me ha ocurrido en mi vida. Se notó perfectamente cómo el pánico se apoderaba de todos. Cuando se había roto ya el ambiente, y hablábamos de temas banales, escuchamos, de repente, un chillido agudo, terrorífico. Los cuatro, nos quedamos paralizados, y no pudimos hablar en 10 segundos.

- Los bichos del campo no paraban de armar jaleo. Sí, las gallinas, pollos, gallos, gatos y demás, no paraban de hacer ruido, como alertados por algo.

-Hay más cosas, ya las seguiré escribiendo.

El caso es que, no hemos hablado de esa noche nunca más. Fue extraño, como si quisiésemos olvidarlo, como si nunca hubiese ocurrido. Ni el día posterior a esta noche, ni en el instituto en momentos aburridos, ni los sábados en la complicidad de La Hoguera. Nunca más, hablamos de eso. Realmente, nos marcó demasiado esa noche.


Una foto realizada esa misma noche, antes de que ocurriese nada.

Felicidades.

Por nuestra naturaleza curiosa y alocada, tenemos mucho dentro que ofrecer. Aunque poca gente sabe verlo, la verdad.
Esta es una entrada para felicitar a Galán, simplemente. Él, ha encontrado recientemente esa persona que recibirá todo el cariño que para ella tenía reservado. Enhorabuena Galán.
Hoy, 9 de Noviembre de 2010, estoy en Sevilla. Está lloviendo mucho (está cayendo la de Dios), y hace mucho viento y frío. Y yo, como siempre, estoy solo en el piso. Por eso, me apetece compartir esta canción con vosotros.

lunes, 8 de noviembre de 2010

"Dream as if you'll live forever, live as if you'll die today"

El otro día, de pronto, sentí hambre. Es algo que suele ocurrirme, ya estoy acostumbrado. Así que, me levanté de la cama y me dirigí hacia el frigorífico. En su interior, no había más que el resto de una litrona y medio limón más negro que mi futuro. Pasaba de volver a tumbarme en la cama a mirar, a través de la ventana, como el viento mecía la rama del árbol que se encuentra junto a mi piso. Cogí algo de dinero, el bonobús, y decidí ir al supermercado. Compraría cualquier cosa, una pizza precocinada, un paquete de verduras y una botella de vino, un paquete de pipas y un Redbull. No me apetecía andar, así que esperé sentado en la parada del autobús viendo como un niño jugaba con una pelota en la puerta de su casa. Y sentí envidia. El caso, es que me monté en el autobús. En él, en el fondo, había sentado un anciano. Su cara, su expresión me heló el corazón. Tenía los ojos llorosos, la mirada perdida, una mueca en los labios de odio, resignación, de arrepentimiento… Las manos entrelazadas, la cabeza gacha. Supongo que tendemos a amoldar las historias que escuchamos, las experiencias que vivimos, las cosas que vemos según nuestro estado de ánimo y nuestras circunstancias. Así que, yo hice lo propio.

Me imaginé que aquel viejo se sentía vacío, humillado ante la vida, que le había ganado la partida. Se arrepentía de no haber estado en el lugar que quería, haber hecho lo que quería, con quien quería y como quería. Y ya era demasiado tarde. Había desperdiciado el tiempo, todo el de su vida, en hacer lo que se suponía que debía hacer. Había formado una familia, había tenido un trabajo digno que le mantenía ocupado la mayor parte del día, había visto el fútbol los sábados… ¿Y qué más? Nada. Realmente, no se sentía realizado, no se sentía bien consigo mismo, con lo que había sido, con lo que era y con lo que, seguramente, será.

Tengo, en estos instantes, 17 años, 310 días, 12 horas, 37 minutos y 4 segundos (aproximadamente). Y nunca, NUNCA jamás, volveré a tener 17 años, 310 días, 12 horas, 37 minutos y 4 segundos. ¿Realmente merece la pena hacer la cama, que está deshecha? ¿O sentarme en el sofá a ver programas basura? ¿Merece la pena hacer lo que se te dicta? Solo se vive una vez. “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”.

viernes, 5 de noviembre de 2010

jueves, 4 de noviembre de 2010

La familia árabe

Sí, extraño título. Es una anéctoda simple, corta, pero me gusta recordarla, ya que me gustaría poder comportarme así siempre. Estaría bonito que así lo hiciésemos todos.
Anteriormente, ya he mencionado ese espléndido verano etílico que nos tiramos en Pequeña California. Ocurrió en ese mismo verano que, de camino a nuestro paraíso desolado, yendo en moto, como siempre, nos cruzamos con un coche que nos pitó. Nos acercamos. Era una familia árabe, un padre, una madre, y una pequeña muchachita. El hombre, con cara de bonachón, nos preguntó que hacia dónde debía dirigirse para ir hacia Jerez. Bueno, estábamos en la Jara y, para el que no lo sepa, la Jara se encuentra en la punta opuesta de la salida de Sanlúcar, por donde debían salir para ir hacia Jerez. Era imposible explicarle, desde donde estábamos, cómo llegar a aquel lugar. Así que, sin pensarlo demasiado, a lo loco (que es como salen las mejores cosas) decidimos, en dos segundos, acompañarlos hacia el lugar donde debían ir. Le dijimos "síganos usted con el coche", y les condujimos hacia la salida de Sanlúcar. Cuando llegamos, y ellos debían proseguir su camino, nos pitaron varias ocasiones y, la familia al completo, nos dedicó un saludo con la mano.
En fin, una bonita historia. Lo que es seguro, es que esa familia se llevó una buena imagen de los sanluqueños. Nos vemos.

Galán y los siete "negritos"

O negrazos, más bien. Esta historia tiene lugar en París, año... 2006, 2007, no me acuerdo. El caso es que viajamos a Francia, a París, más concretamente, como premio por haber salido victoriosos de un programa de televisión (sí, fuimos a un concurso televisivo y ganamos) del que, ahora mismo, no viene al caso hablar. Después de estar cerca de ser atropellados por varios coches, al intentar cruzar una gigantesca avenida del centro de París para comprar una botella de leche para, posteriormente, utilizarla en el hotel para preparar un colacao, Galán y yo, nos sentamos tranquilamente en un banco de una pequeña plaza (preciosa, por cierto), desde la que se veía la torre Eiffel. La verdad, es que es una de las estampas mas bonitas que he tenido ante mis ojos.
Ocurrió que el aburrimiento era tal, que Galán y yo comenzamos a escalar por unas estructuras extrañas (estos franceses...), que eran preciosas. Encima de una de ellas, entre la pared y la misma estructura, quedaba un hueco de, aproximadamente, 30 centímetros. A todo esto, yo ya había bajado de la estructura y estaba por ahi, haciendo vete tú a saber qué. Pero Galán, en este hueco que quedaba, encontró algo: una mochila. Estaba claro que la mochila la habían puesto ahí a conciencia, perfectamente ocultada. Bajó con ella, y me enseñó. La abrimos y nos quedamos confusos, pero enseguida nos entró el temor de lo que pudiese venirnos encima por curiosear. Estaba repleta de réplicas de la torre Eiffel y algunas figuritas más. Casi instintivamente, me retiré de Galán. Éste, fue rodeado por 7 u 8 hombres, de color negro, que le amenazaban en algún idioma que no entendíamos.
Ahí estaba Galán, rodeado por varios hombres, auténticos armarios empotrados, corpulentos al máximo, y, Galán, en el centro, con esa media sonrisa del atemorizado que no entiende muy bien que ocurre.
Lo comprendimos al instante, esa mochila transportaba la mercancía que, estos hombres, vendían en aquella plaza. Galán dejó la mochila en el suelo. Y se escabulló entre la multitud.
Tuvimos suerte en esta ocasión, a saber cómo podría haber acabado Galán.

Moraleja: Piénsatelo dos veces antes de curiosear mochilas ajenas.

Expediente X, #1

Hay ciertas historias que no es conveniente que publique en un blog. Pero, para no olvidarlas, escribiré varias frases claves para que Galán, Ezequiel, quien conozca la historia, incluso yo, en un futuro, sepa inmediatamente de cuál se trata.

Se te calló, un coche la atropelló. Playa. Al final, entre cubos de basura. Tremenda historia.

Pequeña California.

Esta entrada es, simplemente, un homenaje a Pequeña California. Como podéis ver en la foto, no es más que un descampado con un pozo o depósito de agua.
Hubo un verano en nuestras vidas, en el que no hacíamos otra cosa que comprar un paquete de patatas, dos litronas, un paquete de Camel, y nos íbamos a este lugar. Con el puntito de la cerveza, a las 12 de la mañana, a las 5 de la tarde, a las 10 de la noche, soñábamos con huir algún día de esta, nuestra tierra, hacia algún lugar donde nos latiese el corazón con fuerza, algún lugar como América. Algun lugar como California. De ahí el nombre de "Pequeña California". Guardo muy buenos recuerdos de ese lugar, dejado de la mano de Dios, perdido en algún lugar de la Jara (la cual siempre tuvo algo mágico para nosotros). Allí aprendimos mucho de nosotros mismos, nos abrimos totalmente y crecimos espiritualmente. Siempre recordaré este, nuestro escondite. Algún día volveré a soñar en Pequeña California.

El caso de las cervezas hurtadas.

Sí, he titulado esta entrada. Desde luego, se lo merece. Agarráos, que allá va una muy gorda.
Galán y yo, a finales del curso pasado (2º de Bach.), nos habíamos convertido en personajes célebres del instituto. Y no es para menos, 6 añazos de intensas vivencias nos unen con esas paredes de color oliva. Digamos que, para la directiva del centro, y para algunos profesores, eramos los alumnos predilectos (que no estudiosos, entendamos la diferencia), y se nos encargaba tareas como organizar un viaje, ayudar a preparar algún evento, chorradas así.
La historia comienza cuando cierran, por motivos que no recuerdo, un instituto que se encontraba junto al nuestro. Entonces, deciden que el sistema de megafonía que había en ese instituto, lo pasasen e instalasen al nuestro. La directiva de nuestro instituto, siempre innovadora, nos propuso (a Galán y a mí) encargarnos de una pequeña radio que sonaría todos los días durante el recreo. Accedimos. Pondríamos musiquita, informaríamos sobre eventos y demás, felicitaríamos a estudiantes y profesores, incluso haríamos entrevistas.
Fue bien los primeros días. Nos familiarizamos con la mesa de mezclas, algo complicada de usar, y allí estábamos, tela de tranquilos, durante los recreos. Pero todo se torció cuando descubrimos una puerta, casi camuflada, entre los trastos, en el cuarto donde se encontraba el retransmisor. Como somos de naturaleza curiosa, la abrimos. Se trataba de una antiguo estudio donde se trataba la fotografía. Encontramos fotos antiguas, papel fotográfico del bueno y caro, y muchos otros utensilios que no nos atrevimos a tocar por nuestra propia integridad física. Pero se nos hizo los ojos bolita (y la boca agua), cuando descubrimos una pequeña neverita, llena de ¡cerveza!. Sí, de cajas y cajas de cervezas de varios tipos, así como de moscatel y algún que otro vino. Ese mismo día nos ventilamos la botella de moscatel. Sí, en el recreo, en el instituto, mientras éramos responsables de la radio y se había confiado en nosotros. Azí zemo. Os podéis imaginar el resto. Durante las siguientes semanas, esperábamos la llegada del recreo con la ilusión de un niño de 1º de ESO, aunque nosotros no jugábamos al fútbol, sino que bebíamos alcohol y fumábamos. En una semana, nos bebimos dos cajas de 24 botellines de cerveza (sí, 48 botellines en una semana, hagan sus propias cuentas). Las clases de matemáticas, historia, lengua, las afrontábamos con mucha mas alegría (que no compostura). Pero aquel juego de fumar y beber alcohol en el recreo, no podía acabar bien.
Un día, nos llamaron los jefazos. Fuimos hacia el despacho, y allí nos encontramos lo que ya nos esparábamos. Nos echaron la bronca del siglo, nos obligaron a comprar aquellas cervezas y devolvérselas al dueño (sí, tenían dueño, un profesor del nocturno que, por lo visto, se corría sus fiestecillas de vez en cuando), pero ¡no nos expulsaron!. Nos dijeron (palabras textuales): no estáis en la calle ahora mismo con muchos días de expulsión, porque sois Galán y Yuste. Nunca nos alegramos tanto de ser nosotros mismos.
En fin, una anéctoda que recordaremos siempre, y si no, siempre tendremos este blog para volver a leerla y reirnos un ratito. Fue divertido mientras duró y, aunque nos echaron una bronca monumental, ¿qué queréis que os diga? Que nos quiten lo bailado. Que nos quiten lo bebido. Un saludo!

CHICOS Y CHICAS, NO LO HAGAN EN SUS INSTITUTOS, BEBER Y FUMAR EN EL CENTRO ESTÁ PROHIBIDO. COGERSE UNA COGORZA EN EL RECREO, AUNQUE DIVERTIDO, ES ILEGAL.

Recuerdo una graciosa (y bochornosa) anécdota. Ocurrió un día normal y corriente, en todos los aspectos, en nuestra ciudad de procedencia, Sanlúcar. Galán y yo nos encontrábamos en el instituto (cuyo nombre no mencionaré, por respeto), saltándonos la clase o vete tú a saber qué estábamos haciendo - nada bueno-, y paseábamos por el pasillo, recordando y citando en voz (demasiado) alta, frases célebres de películas. Después de citar varias de ellas, nos quedamos callados durante unos minutos, mientras seguíamos andando y entrábamos en un nuevo pasillo. Los dos con la cabeza gacha, continuamos nuestro recorrido. En el preciso instante en el que a Galán se le encendió la bombilla, y recordó una conocidísima frase de una famosa película, nos cruzamos con una chica. "¡¡¡NO SIENTO LAS PIERNAS!!!" El grito retumbó por todo el instituto. Esa chica... iba en silla de ruedas.
En fin, uno de los desafortunados episodios que ha vivido Galán. He de decir que, aunque nos reímos a rabiar, nos sentíamos arrepentidos. Pobre chica, no se lo merecía. Evidentemente, ninguno de los dos habíamos visto aparecer a esa chica, fue totalmente fortuito. Mala suerte, compañeros!
Hoy, 4 de Noviembre de 2010, con 26 grados a la sombra en la bellísima metrópolis de Sevilla, doy por inaugurado este, nuestro blog. En él, iré contando todas las aventuras que mis amigos y yo vivimos, así como sentimientos que necesitemos expresar, cambios que sufran nuestras vidas... Más que un blog, se trata de un diario; con él pretendo que todas esas historias que me unen a mis amigos no caigan en el olvido, como, seguramente, haya ocurrido ya con varias. Un saludo, bricomaníacos!