jueves, 4 de noviembre de 2010

Recuerdo una graciosa (y bochornosa) anécdota. Ocurrió un día normal y corriente, en todos los aspectos, en nuestra ciudad de procedencia, Sanlúcar. Galán y yo nos encontrábamos en el instituto (cuyo nombre no mencionaré, por respeto), saltándonos la clase o vete tú a saber qué estábamos haciendo - nada bueno-, y paseábamos por el pasillo, recordando y citando en voz (demasiado) alta, frases célebres de películas. Después de citar varias de ellas, nos quedamos callados durante unos minutos, mientras seguíamos andando y entrábamos en un nuevo pasillo. Los dos con la cabeza gacha, continuamos nuestro recorrido. En el preciso instante en el que a Galán se le encendió la bombilla, y recordó una conocidísima frase de una famosa película, nos cruzamos con una chica. "¡¡¡NO SIENTO LAS PIERNAS!!!" El grito retumbó por todo el instituto. Esa chica... iba en silla de ruedas.
En fin, uno de los desafortunados episodios que ha vivido Galán. He de decir que, aunque nos reímos a rabiar, nos sentíamos arrepentidos. Pobre chica, no se lo merecía. Evidentemente, ninguno de los dos habíamos visto aparecer a esa chica, fue totalmente fortuito. Mala suerte, compañeros!

No hay comentarios:

Publicar un comentario